Por L. Benaglia / A. Tosi
De la misma placenta, que bien puede ser el Río de La Plata, Uruguay y Argentina son repúblicas hermanas. Así, el derrotero de la historia nos hace compartir alegrías y frustraciones.
Son muchas las huellas que pisamos juntos en la marcha que conllevamos hacia la independencia de la Patria Grande. Muchos son los sueños compartidos que se empeñan en persistir.
Si es cuestión de ser realistas habrá que aceptar: con rapidez nosotros, cronistas argentinos caídos del catre, nos contagiamos de la alegría del Pueblo Uruguayo.
En las elecciones próximas pasadas las calles montevideanas respiraban aires de aldea; de lucha; de propuesta. Las banderas tricolor del Frente Amplio vestían las casas, los autos y los cuerpos. Para ese entonces, regía la veda electoral y la presencia de los estandartes anticipaban la victoria.
Persuadidos de que el SÍ rosa -la papeleta que proponía revocar la impunidad de los asesinos de la última dictadura en la Banda Oriental- triunfaba holgadamente, nos confundimos entre las gentes que desde las barriadas marchaban para congregarse frente al hotel donde la formula Mujica-Astori aguardaba los resultados de los comicios.
Una muchedumbre en las calles expectante. Familias, vecinos, amigos y agrupaciones con sus materas, con sus radios portátiles y sus teléfonos celulares inquietos. La fiesta popular quedó con la sonrisa congelada tras las primeras informaciones que trascendieron de los resultados del escrutinio.
“Sin palabras Bo!”. Que no lograse la mayoría la revocación de la Ley de Caducidad provocó la misma sensación que un golpe seco en la boca del estomago.
Portando sus banderas diferentes pero todas en las banderas del Frente, la concurrencia se unió en la esperanza de alcanzar la mayoría parlamentaria y ya debatían la conformación política.
La idea de que el partido rozado una vez más emergería, indignaba la esperanza de justicia. Todos nos quedamos esperando las palabras de la formula que, ya se sabía, tenía segunda vuelta. Apenas minutos después el candidato del partido colorado e hijo de un señor represor, Pedro Bordaberry, le había tendido su mano derecha al “Kuqui” Lacalle del partido blanco, quien a fines de noviembre disputará en el balotaje el gobiernos de los uruguayos durante el periodo 2010/2015. La elección que habrá que hacer es clara: son dos modelos de país distinto.
En la rambla, frente al hotel, la voz del pueblo canturrea “... se siente se siente el Pepe presidente ...”. Danilo Astori, sobre el estrado, acaba de presentarlo como el próximo Presidente del Uruguay.
“Queridos compañeros, la hermosa causa del destino del Pueblo Uruguayo nos pide un esfuerzo más! treinta días de entrega y militancia ya no por la bandera tricolor, ahora por ésta -tomando la bandera uruguaya que a modo de chal tiene sobre los hombros-. Compañeros, ahora por ésta, ahora por ésta.”
Entonces compañeros tenemos treinta días por delante que son de lucha pero no de odio para nadie. El 29 de noviembre no va a ganar el Pepe vas a ganar vos, vas a ganar Vos, porque esta no es una lucha de los súper héroes o de los fenómenos, esta es una causa del Pueblo, es una causa colectiva, es una causa del compromiso. Ningún viejo le puede regalar la prosperidad a la sociedad."
El pueblo nos pide un esfuerzo más, nos pide otros treinta días de entrega”.
Cierra su voz de aliento Mujica sobre el tablado frente al río. La desmovilización comienza tranquila y reflexiva.
Fue un achaque. Pero aquellas palabras responsables del Pepe la noche del domingo, no eran joda. Había oído al pueblo que en las urnas pedía 30 días más.
El lunes, la sonoridad particular de los parlantes de campaña colgaba de las ventanas de los ranchos entonando a todo trapo los jingles del Frente Amplio. Pasacalles atravesando las avenidas proclamaban "AQUI NO SE RINDE NADIE" y otros más allá “RICAHONES O EL PUEBLO, UD. DECIDE”.
La fiesta en las calles de Montevideo, otra vez, insiste en organizarse.
FOTOS: Vaca Cubana
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