miércoles, 22 de julio de 2009

EL UNIFORME DEL GENERAL


Por Leonardo Benaglia

Un día cualquiera, mateando en una ruta de tantas, bajo el sol siempre. Perpetuo. La mirada resbala por la ventanilla y recorre amplia la banquina en toda su anchura. Luego el Campo.
Campo que se extiende inconmensurable, casi llega a los limites mismos de la imaginación.
Allí en esa ensoñación emergen imágenes de pasados, o de futuros... de lo impensados....
Así imagino que existen porciones de ese campo que no fueron pisadas jamás por persona alguna. Ni por los poseedores de siempre ni por propietarios de antaño o por los dueños del presente.
He llegado a pensar incluso que de existir algún tipo de emprendimiento agropecuario que comprometiera esos campos, los que trabajan en el establecimiento agropecuario no habían pisado nunca tampoco esas tierras. Claro; a no ser por la evidencia del alambrado. Pero esto también permite pensar que pasaron por allí a modo de vereda, sendero.
Por ejemplo, ¿qué es un emprendimiento agropecuario?. Sí seguro, algo relacionado con el campo. Pero ¿qué es el campo?; ¿acaso solo está referido a esa inmensa extensión que se despliega ante nuestros ojos?. Seguro que no. Los términos entonces se presentan un tanto ambiguos.
Algo similar ocurre con el concepto “paro del campo”. ¿Cómo es posible? ; ¿cómo es posible dejar de crecer en el sentido Natural?.
Resulta imprescindible entonces tomar un punto de referencia, algo así como un lugar de fundación. De determinación. A mi me gusta pensarlo en la relación donde la semilla, núcleo del cultivo, es parte de la cultura.
Preste atención, resulta que las semillas, sí las semillas, poseen, por decirlo de este modo, la propiedad de “atesorar” la vida, muchos años pueden estas pequeñas cápsulas contener el impulso vital y en condiciones naturales apropiadas germinar. Esto le permitió a la Humanidad asentarse, porque pudo cultivar. Preparar el terreno, introducir la semilla en la tierra y atender el sembradío hasta la germinación. De este modo se inicia el cuidado de la plantación a la que le sucederla la cosecha y de ésta una parte será apartada para volver a sembrar. Y aquí radica la posibilidad de conservar, de diferir, de regular un período de siembra.
Cierto es que esto de la siembra requiere de cuidado y trabajo, para que no sea devorada por las aves y los gusano,ni luego sea acechada posiblemente por plagas y esto es más trabajo aún.
No es difícil imaginar la tentación de liberarse de todo ese laburo! cuando les ofrecen una semilla mas “resistente”, con ¡mayor rinde!; una semilla que soporta las condiciones mas extremas!, adaptable a las necesidades del productor. Esto es logrado por modificaciones genéticas, a costo de que esa semilla sin los productos y agentes químicos, no germina o lo hace dificultosa y lánguidamente . Y el fruto que ella produce no contiene semilla. No está cargada de futuro.
De este modo el concepto de “cultivo” es rehén del concepto de mercado. En estos días puede escucharse en Radio Continental la publicidad de Bayer que dice: las plantas crecen solas tu cultivo no!.
Esto es algo así como una semilla que no germina, como el paro del campo; el derrame de la economía y tantos otras macanas.
Es evidente que la colonización del pensamiento incide en el fruto de este. Ahora, momento, no es el síntoma al que debemos tratar; quiero decir: este elaborado discurso colonial tecnodependiente arraiga en el modo en que se enseña.
La idea de una sociedad instantánea, que resuelve sus demandas y necesidades casi en el mismo momento de pensarlas, no solo es falaz sino que es trágica ya que lleva a una sucesiva, recurrente e infructuosa tarea en lo echado a perder.

Ya pasó un año de que la famosa resolución 125 fuera vetada en el Congreso de la Nación. Durante este año no se cobró un porcentaje mayor sobre lo que se percibe en concepto de retenciones a la exportación de la soja modificada genéticamente.
Hace un año a manos llenas y a vos alzada cortaron rutas los patrones, propietarios y ese tipo de chorros que llaman empresarios. Usaron el escenario de la pantalla de los grandes multimedios.
La prensa escrita, figuras, personalidades y propietarios de la tierra aseguraban una y mil veces que el dinero que la 125 les estaba quitando del bolsillo lo robaba el gobierno. No a ellos, sino al peón de campo, a la reinversión y la inversión tecnológica. Tanto dinero representaba la 125 que había que exigir explicaciones! ¿para qué lo quería el Gobierno?.
Acá tenemos la primera de las grandes tergiversaciones ya que se denomina Gobierno a lo que debe denominarse Estado. Claro que el Gobierno gobierna el Estado. Pero es el Estado el que en todo caso incrementa el dinero que percibe, y el gobierno lo administra, lo re distribuye en obras: cloacas; redes de agua corriente; gas natural; asfaltos; pavimentos; etc.
Perogrullo me interrumpe y con su talante voz me recuerda que el gobierno del Estado Argentino al momento de contar para qué lo quería no supo no quiso no pudo. Lo cual no es sorprendente si consideramos que Florencio R, que es un liberal y admirador prototipito de Francisco d N, es el hombre designado por el Estado para pulsear con el “armado opositor”, capitalizado precisamente por Francisco... Casi obscena es la imagen que se me representa al pensar en esto. A pesar de lo cual, estimado lector, no lo privaré de ella.
Si la el empresario exitoso y filántropo millonario de Francisco mantiene un diálogo con el joven ejecutivo y eficiente funcionario de Florencio, quien por definición aspira a ser lo que Francisco es, el resultado del dialogo esta claro: se impone Francisco.
-Pst! Pst!... y lo obsceno?
Ah sí, imagínense a Francisco en ese dialogo entallado en el “uniforme” de gala del General. Ahora imagínese a Florencio.
Luego de esta pequeña digresión en la gran digresión, te propongo lector pienses dónde esta toda esa guita que la 125 no juntó.
...imágenes de futuro; de pasado...
Barajemos y demos de nuevo. Debemos ubicarnos. Elegir: del lado de Arbolito o de la banda de Rawson.

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